Cada vez se cuida menos

La gente es cada día menos consciente de la necesidad de tener seguros de hogar con los que anticiparse a algunos problemas que pueden surgir, como inundaciones como resultado de la rotura de una tubería o un exceso de las lluvias, o un incendio o una explosión.
Con la llegada de la crisis la gente se está esforzando por reducir los gastos de todo, y se llega a la conclusión de que asegurar un riesgo que quizás no suceda nunca en un precio que no estamos dispuestos a afrontar. No obstante, algunas veces es más ventajoso anticiparse a un riesgo aunque este no se vaya a dar que esperar a que ocurra y después nos demos cuenta de que no podemos hacer frente a las reparaciones y los pagos que hay que hacer.
En realidad, el seguro, como se suele decir, se contrata para no tener que utilizarlo, es como si fuera una garantía que nos dice que por el pago de una cuota no tendremos que preocuparnos de que si sucede algo tengamos que buscar el dinero que cuesta una reparación o un desperfecto, por gran de o pequeño que este pueda ser.
Pagar un seguro es como comprar una entrada para que nuestra cabeza pueda dedicarse a pensar en otros asuntos en lugar de darle vueltas al hecho de que alguna vez pudiera darse el caso de que ocurriera una desgracia y nos encontráramos con la necesidad de desembolsar un dinero que raras veces tendremos.